En varios momentos de nuestra vida hemos escuchado o estamos por escuchar alguna frase que se relacione con la reconciliación, algunas veces con referencia a la pareja, familia o amistad. Desde mi punto de vista, vale la pena y es de gran relevancia considerar el significado desde el plano personal o hacia uno mismo, porque en la medida en la que cada persona consigue reconocerse como única en el mundo, adquiere la habilidad y con ello el gran poder del autoconocimiento, el cual nos permite explorar más allá de lo que mostramos a los demás. Es una oportunidad de abrir nuestra mente y nuestro corazón para identificar lo que pensamos y sentimos a través de la autopercepción, así como lo que nos apasiona y motiva en la vida, de los fantasmas que nos atormentan y nos hacen sentir culpa. Un sinfín de información y de sensaciones con la posibilidad de ser descubiertas, y de cada uno dependerá la forma de experimentar todo aquello que está a nuestro alcance, en generar o propiciar esa comunicación en nuestro interior que nos permita volver a mirarnos como realmente somos, sin tapujos y sin retoques.
Este encuentro, nos ofrece de nuevo el regalo para decidir qué es lo que haremos con nuestra persona, de aceptar quiénes somos, afrontar nuestras elecciones, aprender de los fracasos y valorar la dirección que hemos tomado en el trayecto recorrido. Se trata de un recordatorio al amor propio, con nuestras virtudes y oportunidades. Es una invitación para gestionar el vínculo más importante que podemos lograr, la introspección.
Al renovarnos de manera constante
En la medida en la que podamos elaborar un diálogo interno y de reconciliación personal, poco a poco la construcción de nuestra esencia y autoestima serán como plomos que nos mantendrán estables, empoderados y con autoconfianza. Se trata de un proceso paulatino que requiere de intención, acción y constancia, aunque si lo consideras necesario o crees que te encuentras estancado, recuerda que un profesional puede brindarte acompañamiento en esta etapa de evolución personal. Lo importante es arriesgarse a ir un paso más hacia adelante en cada momento, sin olvidar que los pasos andados y el trayecto ganado son tesoros invaluables que hay que conservar y enriquecerlos con las experiencias vividas, siendo responsables y disfrutando, reconciliándonos con nosotros mismos, y así, muy probablemente con los demás.