Esta época decembrina suele ser un tiempo que teje muchas sensaciones y sentimientos en las personas y alrededor.
Al menos desde mi percepción, ha implicado identificar un ambiente con una mezcla de luces y colores, a la vez muchas emociones, con tintes de alegría o de nostalgia, y espacios de descanso, íntimos o de mucha algarabía.
Se presta para vivir un momento en el que podemos compartir o en el que nos damos ese permiso, o podemos experimentar un desdén por todo lo que engloba a nivel de comercial, publicitario o excesivo, cada uno lo vive a su manera.
Muchos negocios y empresarios bajaron la cortina para darse una pausa y descansar o para hacerse el espacio con la familia, los pequeños y jóvenes disfrutan de las merecidas vacaciones que los centros educativos brindan con el calendario escolar.
Suelo respirar un ajetreo constante, la gente se prepara y se ha reunido con las nuevas formas digitales antes de darse la escapada final, ya sea en sus hogares o fuera de ellos, después y a fin de mes se respira calma y ausencia, la bulla ya es menor y da la pauta para cerrar el año, como lo hacemos cada diciembre.
Curiosamente, la experiencia me ha enseñado que esta época para mí, la mayoría de las veces ha estado llena de mucho trabajo, incluso en labores de oficina y corporativos, solía experimentar excesivas jornadas de actividad, sin existir espacio para la calma, donde todo lo que se requiere debe estar terminado y cerrado, sin dejar brecha en pendientes.
Esa sensación, de presión en la que hay que cerrar, terminar ciclos e iniciar de cero en enero, me hace pensar en que los seres humanos, por muchas décadas, incontables tal vez, hemos realizado un esfuerzo físico y emocional excesivos por dar carpetazo, y pienso:
¡Qué cosa tan espantosa!
El punto, es que somos humanos, nuestras historias personales no son un proceso que deba de ponerse en stand by, únicamente porque así lo dictan los eventos normativos que nuestra sociedad practica desde el inicio de nuestra existencia en este mundo, de hecho respeto el cómo cada quien decide vivir esta época, sin embargo no puedo dejar de ver que, así como muchas personas la disfrutan con alegría y convicción en la intimidad familiar, muchas otras la sufren y viven como un calvario que desean que pase sin dejar rastro y con el mínimo de daños colaterales.
Soy partidaria de hacer pausas en la vida, de manera intencionada, que nos permitan reponer fuerza para hacer aquello que nos gusta y apasiona, de tomar aire fresco que nos dé la oportunidad de volver con motivación y creatividad a nuestras actividades cotidianas.
También pienso que todo es al ritmo y al tiempo de cada uno, y a veces esta época nos recuerda las ausencias, las grandes pérdidas de nuestra vida en vez de alegría, y pareciera que no hay permiso alguno de expresar esos sentimientos o de experimentar esas emociones que nos desbordan:
¿Cómo hacerlo?
¿Si todo nuestro entorno nos grita que debemos estar felices y agradecidos?, ¿cómo?, si esta época es para dar, compartir y sacar el maravilloso ser humano que somos, y si no lo hacemos, no sumarnos en el disfrute colectivo y el espíritu de estos tiempos, es darle la espalda a la felicidad, por lo que toda bondad social puede transmutar en juicios y etiquetas hacia aquellas personas, que han decidido hacerse un espacio alejado del vaivén, frases como “es momento de disfrutar, ¡debes de estar en familia!”, “¿cómo es posible que no te guste esta época?” o “¡qué amargado eres!”…
Después de esto, de solo imaginarlo, no juzgo en absoluto a quienes deciden y dicen “paso sin ver”. Por otro lado, también se respira el juicio de los que no disfrutan estas fechas y que expresan con firmeza críticas hacia las formas que la gente elige para conducirse al pasar de los días con gozo, convivencia y propias creencias.
Pienso en dos escenarios alentadores, ambos relacionados con la misma práctica humana, y que suelo promover de manera cotidiana en mi discurso personal y profesional:
La amabilidad, que nos permite expresar una cualidad a través de nuestras acciones o comportamientos de cortesía, educación o servicio desde los afectos que experimentamos por alguien o algo, donde nuestras bondades por dar y recibir se expresan de manera armoniosa.
El primero, practicar la auto-amabilidad, sea lo que sea que experimentes, sientas o pienses, es válido y es muy, muy respetable, aunque recuerda:
- Darte la oportunidad de reflexionar sobre lo que sientes en estos tiempos y disminuir el nivel de autoexigencia que puedas generar hacia ti y los tuyos, y en general a hacia las personas que te rodean.
El punto es que, hay cosas que suceden y eventos que no podemos evitar, comportamientos y acciones que no dependen de ti, sin embargo, invertir tus propios recursos personales para tratar de resistir todos aquellos estímulos sociales y del ambiente, puede ser muy agotador, más que aplicar la propia gestión.
- Sacar los tantos “debería o deberíamos” de tu discurso, es un primer paso para liberar una gran carga emocional, te ayudará a darte permiso, darles importancia a tus emociones.
Este tip te puede impulsar al autocuidado, algo que los psicólogos solemos recomendar de manera constante a nuestros clientes, y a la audiencia en general.
Una gran amistad, en algún momento me dijo que en esta época es muy útil seleccionar y decidir cuáles actividades realizar y a qué eventos acudir, porque no es posible estar en todos lados y hay que cuidarse, y más en estos tiempos en que nuestra salud y la vida misma están en juego.
Tan sensato y acertado fue este comentario para mí, porque con cariño podemos establecer límites ante circunstancias y eventos que pueden resultar demasiado, y no está mal y tampoco es egoísta, aunque exista quién trate de hacernos sentir de esa manera, recuerda, lo que sientes es cosa tuya y de nadie más, y de ti dependen las elecciones que realices en cada momento.
- También es válido ser un torbellino de energía y disfrutarlo, si decides y quieres ser “el ajonjolí de todos los moles”, si eso te hace feliz y es lo que deseas, ¡que nada te detenga!, únicamente ten en cuenta que:
Dependerá mucho del momento en el que te encuentres, ambos escenarios son viables, únicamente considera, el que tu vibres de algún modo en particular, no implica que los demás lo hagan al mismo ritmo que tú, y esto da pauta a lo que sigue…
La segunda propuesta, practicar la amabilidad hacia otros:
- Respetar las decisiones de los demás con respecto a esta época, es un gran gesto de humanidad, es validar y reconocer que cada persona es diferente y que no baila al mismo son que tú.
- Entender que cada uno pasa por emociones y momentos únicos, es un acto de dar y recibir, de reciprocidad, lleno de empatía y aprecio, nos permite ser generosos y de aceptar las realidades alternas a la nuestra, sin exigir o esperar que los demás bailen a nuestro ritmo, sea el que sea, nos da pauta a practicar asertividad, sin juicios, sin críticas y exigencias desmedidas, sin expectativas extremas, aunque no estemos de acuerdo, o no nos gusten las elecciones de los demás.
En mi experiencia, mi profesión me ha llevado a entender que las expectativas de lo que “debe de ser” no son un aliado de las relaciones, no las lleva a ser positivas, ni armoniosas o expresivas, todo lo contrario, se gestan emociones y sentimientos que no nos llevan a experimentar relaciones gratas.
Aquí es donde puedo atreverme a decir, que está el secreto de la inteligencia emocional con respecto a nuestras relaciones interpersonales, en fluir de manera libre y aceptar que los demás también pueden hacerlo, empatizar con ello, y a la vez, actuar en reciprocidad y poner nuestra esencia al servicio de otros.
Es por ello que disfruto tanto de actividades relacionadas con el ser y el hacer humano, buscando que cada persona descubra y brille desde su esencia y logre expresarla, desde los propios talentos y fortalezas, en eso radica la felicidad, no en la falsa expectativa que los medios y la publicidad nos ofrecen, lo que la sociedad demanda, sonreír todo el tiempo y expresar alegría en cada instante, todo eso no tiene sentido alguno para mí.
Lo que realmente tiene un significado desde mi perspectiva, es que la felicidad radica en lo que cada uno decide ser, desde la mejor forma que puede y se esfuerza por poder, y el proceso de hacerlo y de valorar el cómo va sucediendo es lo que le da sabor, lo que hace que el proceso se disfrute.
Así que, si en esta época te sucede y prefieres ser reservado y nostálgico, ¡venga!, o si te gusta ser un cascabel, ¡venga!, solo recuerda a tu tiempo y a tu ritmo, respetando el ritmo de los demás, eso también significa dar y es una forma de practicar la amabilidad.
Mis deseos para que el 2020 te haya dado todo lo que necesitabas y para que el 2021 sea una nueva oportunidad de vida, retos, mucha salud y éxitos para ti.
Y por último, no menos importantes, dedico esta Nota con Significado a médicos, médicas, enfermeras, enfermeros, residentes, gente de limpieza, personal administrativo, laboratoristas, expertos en radiología, personal administrativo, admisión, trabajo social, seguridad. Hoy y desde hace meses todos ellos están haciendo todo muy bien, muy profesionales, dando esperanza a la gente enferma y a sus familia. Todos ustedes son nuestros héroes.
Con todo mi cariño, Lorena Tovar