Cada vez y con mayor frecuencia la palabra wellness está inmersa en nuestro entorno, ya sea en algunas conversaciones, en el trabajo o en las redes sociales. Esto no es casualidad, tiene mucho que ver el ritmo acelerado de nuestra sociedad, la cual es más exigente y demanda de cada uno de nosotros el pasar a la acción, bien y a la primera.
Ser ágil y rápido para cumplir nuestros compromisos profesionales, sociales, familiares o escolares se ha convertido en una primera necesidad, que incluso puede denotar competitividad, adaptabilidad o supervivencia. Se busca la eficiencia, sin embargo, en algunos casos el precio que se paga por ella, puede reflejarse en que experimentemos episodios o altos niveles de estrés o burnout. Es por esto, que también es preciso mantener un equilibrio que nos permita disminuir aquellos niveles que reducen de manera considerable el bienestar en nuestras vidas, o peor aún, que lo elimine.
Hoy es fácil identificar
Con tanta información a la que tenemos acceso, podemos encontrar bastante literatura al respecto, sin embargo la mayoría apunta a que el wellness busca una mejora del equilibrio entre la mente y el cuerpo, incluyendo la gestión de emociones y pensamientos, también involucra el trabajo físico con el psicológico, para así tratar de evitar la aparición de estrés, o al menos reducirlo. Por lo tanto, es importante que el bienestar humano implique más que una buena salud, ya que además de incluir el correcto funcionamiento de nuestro organismo, involucra nuestra capacidad para optar o elegir por encontrar los medios para alcanzar nuestra autorrealización.
Considero relevante también mencionar la palabra estrés, aquella que nos hace experimentar una serie de sensaciones y actuar de diferentes formas cuando se aparece en nuestras vidas. Si por ahora consideramos únicamente el significado, podemos pensar en tensión, presión o énfasis, pero ¿Qué implica?… Para Hans Seyle (1950) el estrés “es la respuesta de adaptación general del organismo ante cualquier estímulo estresor o situación estresante”. Este buen intento por definirlo abrió la puerta de una investigación más profunda acerca del tema, la cual sigue siendo materia de estudio, incluso considerando al estrés como una enfermedad definida por la OMS en 2007 como “el conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción”. También es una afección que tiene implicaciones en el ámbito psicológico.
Actualmente, el estrés se clasifica
El eustrés implica un proceso de adaptación que se activa para resolver alguna situación en concreto, dura poco tiempo y se puede decir que favorece la vida, es el que nos permite estar alertas para reaccionar ante algún reto o peligro, es decir, primero respondes o actúas y posteriormente te das cuenta o piensas que lograste esquivar alguna situación de riesgo o exigencia urgente. Por lo tanto, no todo el estrés afecta al organismo, en ocasiones lo protege y es positivo.
Ahora revisemos lo que es el burnout, conocido también como estrés laboral o síndrome de desgaste profesional. Definido como el “agotamiento progresivo físico y mental más la falta de motivación en el trabajo”. Fue hasta finales de los años 70, cuando diferentes autores empezaron a revelar información relevante sobre el tema y que sigue vigente. Los principales síntomas que lo caracterizan son los cambios en el estado de ánimo, agotamiento mental, falta de energía o dolores musculares, lo cual puede traer consigo diversas consecuencias como: Alteraciones en el sueño, sistema inmune, cardiovasculares (corazón, presión, masa muscular) o ansiedad y depresión.
La buena noticia, es que no todo está perdido y que en gran medida de ti dependerá el cómo vayas gestionando todo lo que implica. En un principio, es vital que puedas reconocer que presentas un cuadro de estrés para que puedas poner manos a la obra.
Aquí te menciono algunos tips que tal vez puedan ser de utilidad para disminuir el estrés o el burnout:
- Un paso a la vez, el estrés como cualquier alteración no se elimina a grandes bocanadas, es necesario un proceso consciente y con intención para tratarlo. Para grandes objetivos en la mira, segmentar o trabajar en fases es de gran ayuda.
- Cuídate, esto en toda la extensión de la palabra. Desde tu alimentación, la calidad de tus pensamientos, la higiene de tu cuerpo y la práctica del deporte.
Todos en conjunto son imprescindibles para esta batalla. Existen alimentos que pueden ayudarte a oxigenar tu cerebro o incluso, ayudarte a subir niveles químicos que juegan un papel importante en tu estado de ánimo, por ejemplo: La naranja, el limón y la berenjena te ayudan a reducir el cortisol generado por la amígdala. Ingerir nueces, almendras, arroz integral, avena y germen, te ayudarán a tener mayor energía y estimularán tu sistema inmune, porque poseen vitamina E, la cual funciona como antioxidante. Los alimentos que contienen magnesio como el chocolate negro, vegetales de hoja obscura (acelga, espinaca o lechuga), el plátano, el aguacate o las lentejas evitarán o reducirán molestias musculares, ya que son un aliado para combatir la hipertensión arterial, disminuyen la fatiga y son un regulador del sistema nervioso ayudando a disminuir el insomnio y la ansiedad. - Puedes practicar el agradecimiento. Diversos estudios nos hablan sobre el impacto de esto, por ejemplo, estudios realizados en Yale dicen que el ser agradecido aumenta la alerta, el entusiasmo, la determinación, la atención y la energía. En Harvard mencionan que mejora la salud y fortalece las relaciones. En la Universidad de California avalan que reduce enfermedades y mejora la calidad del sueño. La Universidad de Colombia argumenta que mejora el sistema inmune y reduce la ansiedad y la depresión. Otros estudios revelan que aumenta la felicidad, la productividad y mejora la calidad de vida. Todo esto suena bastante bien ¿no crees?
- La asertividad es tu gran aliada. Te permite comunicarte de una mejor manera, además desarrollarás la habilidad de la escucha activa, la empatía y la objetividad en tus conversaciones.
- Los límites cuentan. Es muy importante aplicarlos con responsabilidad y compromiso.
- Si es tu caso, aprende a delegar. Recuerda, no somos súper humanos, y la ayuda no le va mal a nadie, determina qué funciones puedes delegar o trabajar en equipo.
- Priorizar es necesario. Sabemos que en la actualidad, todo es urgente y para ayer, por lo tanto organizar y trabajar sobre lo más importante te ayudará a administrar tus tiempos y a resolver para avanzar con tus actividades.
- La calidad de tus emociones es una guía para la calidad de tus pensamientos, y tus pensamientos son tu ancla para tomar decisiones.
Con el punto anterior, me interesa